ANÉCDOTA DE JOSÉ MIGUEL MONTILLA
Era un día normal como otro cualquiera, pero para mí y mis amigos del fútbol no. Era el Torneo David Bautista y lo íbamos a pelear para el triunfo. Era de ocho equipos: Rincón de la Victoria, Vélez, Tiropichón, Malaka, Torre del Mar, Fuengirola, Mortadelo y nosotros, el Nerja.
Nosotros, el Nerja, ya estábamos en los vestuarios y calentando desde las 7 de la mañana.
Los encuentros eran: Nerja-Vélez, Malaka-Rincón, Fuengirola-Mortadelo y Tiropichón-Torre del Mar.
Nosotros ganamos al Vélez, Malaka y Mortadelo. En la final nos esperaba el TORRE DEL MAR.
El partido era a las 4 de la tarde. El entrenador nos dijo: “Idos a comer y a las 2:45 veníos aquí”.
Empezó el partido estábamos dominando y yo, el centrocampista, jugaba muy bien.
Pero un error nos costó un gol. “Da igual no pasa nada”.
Casi al final de la primera parte me llegó un balón y le pegué desde 45 metros, era imparable: un golazo. En el descanso nos dieron las instrucciones necesarias para ganar.
Empezamos muy bien, pero no metíamos un gol, faltaban dos minutos y dije a mi portero: “Dámela a mí”. Me paré un instante y empecé a correr, me iba de uno, de dos, de tres, hasta de diez jugadores, me enfrenté con el portero, lo regateé y metí el gol. Me quité la camiseta y lo celebré con todos mis compañeros. El árbitro pitó el final: ¡ÉRAMOS CAMPEONES!
En la entrega de premios me dieron el de mejor jugador y al mejor gol y levantamos todos juntos la copa.
Transcripción del mismo autor.
Era un día normal como otro cualquiera, pero para mí y mis amigos del fútbol no. Era el Torneo David Bautista y lo íbamos a pelear para el triunfo. Era de ocho equipos: Rincón de la Victoria, Vélez, Tiropichón, Malaka, Torre del Mar, Fuengirola, Mortadelo y nosotros, el Nerja.
Nosotros, el Nerja, ya estábamos en los vestuarios y calentando desde las 7 de la mañana.
Los encuentros eran: Nerja-Vélez, Malaka-Rincón, Fuengirola-Mortadelo y Tiropichón-Torre del Mar.
Nosotros ganamos al Vélez, Malaka y Mortadelo. En la final nos esperaba el TORRE DEL MAR.
El partido era a las 4 de la tarde. El entrenador nos dijo: “Idos a comer y a las 2:45 veníos aquí”.
Empezó el partido estábamos dominando y yo, el centrocampista, jugaba muy bien.
Pero un error nos costó un gol. “Da igual no pasa nada”.
Casi al final de la primera parte me llegó un balón y le pegué desde 45 metros, era imparable: un golazo. En el descanso nos dieron las instrucciones necesarias para ganar.
Empezamos muy bien, pero no metíamos un gol, faltaban dos minutos y dije a mi portero: “Dámela a mí”. Me paré un instante y empecé a correr, me iba de uno, de dos, de tres, hasta de diez jugadores, me enfrenté con el portero, lo regateé y metí el gol. Me quité la camiseta y lo celebré con todos mis compañeros. El árbitro pitó el final: ¡ÉRAMOS CAMPEONES!
En la entrega de premios me dieron el de mejor jugador y al mejor gol y levantamos todos juntos la copa.
Transcripción del mismo autor.
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